El dolor de Rosario, Cecilia y Sanjuana 

Ideas Sueltas

Rosario Ibarra de Piedra cargó en la espalda durante 49 años con algo similar a su segundo apellido. La desaparición de su hijo Jesús la tarde del 25 de noviembre de 1973 pasó de ser una piedra a una pesadísima loza con el transcurrir de los días, de las semanas, de los meses, de los años… Rosario falleció en Monterrey el pasado sábado a los 95 años, dejando tras de sí toda una vida dedicada a la búsqueda de personas desaparecidas y en defensa de los derechos humanos. Su grito de guerra “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, seguirá retumbando en los oídos de todos, mientras en el país exista alguien que no regrese a casa por motivos desconocidos, sea hombre, mujer, niño, como desgraciadamente ocurre día con día. 

Coincidencias de la vida, La Jornada Hidalgo dio cuenta el mismo sábado, el día de la muerte de doña Rosario, que en menos de un año en esta entidad se reportan 119 personas desaparecidas. La misma nota de la reportera Miriam Avilés presentaba un dato aterrador: desde la década de los 60 –más o menos el periodo de la desaparición de Jesús Piedra—Hidalgo reporta 792 personas en calidad de no localizadas, término eufemístico para no hablar de desaparecidas. 

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Los de Hidalgo son solo una pequeña muestra de lo que ocurre en el país desde hace décadas, no importa el partido que gobierne. Las mujeres de Juárez y los normalistas de Ayotzinapa son movimientos que por su exposición mediática se conocieron a nivel nacional, pero los colectivos y grupos, principalmente de madres de familia, que buscan a sus familiares abundan por todo el país. Hacer un rastreo en internet con este nombre arroja un sinnúmero de grupos representativos con el mismo fin. 

Cecilia Flores es presidenta fundadora de Madres Buscadoras de Sonora y hace tres días escribió en su cuenta de Twitter: “Tengo un nudo en la garganta. Creo que encontré a mi hijo Marco en la búsqueda de hoy. Reconozco su dentadura y forma de cráneo. Siento que me derrumbo”. Su testimonio es más desgarrador cuando ella misma escribe en esa red social: “Compré mi primer machete, pico y pala sin saber que ese acto exigía abandonar mi matrimonio y renunciar a la estabilidad económica. Me quedé sola y lo perdí todo por buscar a mis hijos desaparecidos…”. 

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Su historia fue ampliamente compartida en las redes sociales debido a la intensa difusión en redes que su colectivo realiza. Pero hay otras familias que viven la misma pena, como la de la también sonorense Sanjuana Patricia Ruiz, quien llevaba nueve meses buscando a su hijo Juan Hernán Félix, a quien finalmente encontró la semana pasada, enterrado en una fosa clandestina en un terreno baldío de Ciudad Obregón. 

La desgracia de estas mujeres es mayúscula porque la búsqueda o rastreo de sus seres queridos lo tienen que hacer solas, con sus propios recursos, con donaciones, con pico y pala excavando en terrenos baldíos, basureros, en el monte, lagunas, barrancos… 

Rosario, Cecilia y Sanjuana como madres corrieron la misma suerte. Ellas no distinguen si quien gobierna es de un color o de otro, ellas, como cientos de familias más en el país, lo único que quieren es encontrar a sus hijos, vivo o muertos. 

REBURUJOS 

Centros turísticos, balnearios, ciudades coloniales, recibieron a miles y miles de turistas durante la Semana Santa como hace dos años no se veía por culpa de la pandemia. Es de desear que la resurrección del sector turístico sea permanente y no volvamos a los días de confinamiento. 

Twitter: @migueles2000 

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miguel.perez@estadodemexico.jornada.com.mx 

miguel.perez@hidalgo.jornada.com.mx 

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