¿El cubrebocas en el aula afecta el aprendizaje? 

Apuntes

Los seres humanos nos comunicamos de muchas maneras, aunque el lenguaje verbal es el más recurrente, hay muchas otras formas de expresarnos además de la palabra.  

Seguimos en medio de una pandemia que deja dolor, incertidumbre y desconsuelo, el número de fallecidos por covid en el mundo es aterrador y para quienes se contagiaron y lograron salir adelante, las secuelas son todavía incalculables.   

Al igual que otras medidas de bioseguridad, el usar cubrebocas indiscutiblemente reduce la posibilidad de contagiarnos de covid, pero también es un acto de solidaridad y respeto por las personas que nos rodean, el utilizar mascarilla que cubra nariz y boca se ha culturizado en espacios concurridos, en especial cerrados, y hasta es requisito para entrar a otros. 

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Pero qué pasa en el aula con el desconfinamiento, el uso del cubrebocas es indispensable y obligatorio lo que provoca ciertos efectos físicos y emocionales entre la población estudiantil y docente, pues son periodos largos de tiempo los que se utiliza.  

El cubrebocas es una herramienta simple pero poderosa para hacer frente a la covid, especialmente para niños muy pequeños que todavía no reciben vacuna se convierte en un verdadero escudo protector, además existe otra importante razón, si en la escuela se protegen, regresarán sanos a casa y a su vez protegerán a su familia, y al revés, es un círculo. 

Aunque nos hemos acostumbrado al uso del tapabocas, a lo que no nos acostumbramos es a no vernos a la cara completa, la gesticulación facial es una forma natural de comunicación que puede decir tanto con una sola expresión, y eso se extraña. 

Para completar el proceso de comunicación en el aula, en ocasiones los maestros o alumnos tienen que hablar más fuerte o apoyarse de movimientos con las manos o el cuerpo y utilizar más el pizarrón, puesto que no se puede leer los labios y las expresiones faciales se concentran básicamente en los ojos. 

Estudios realizados sobre el uso del cubrebocas en el aula con relación a que, si interfiere o no en el proceso enseñanza-aprendizaje, revelan datos interesantes, pues se reconoce que la mascarilla distrae las conexiones de las neuronas espejo, esas que se encargan de la referencia social y la intención de comunicación. 

Con las neuronas espejo imitamos acciones de manera inconsciente como reír cuando alguien ríe, llorar cuando alguien llora en una película, sufrir ante el sufrimiento de otro y son las responsables de la empatía, entonces al no vernos la boca y prácticamente media cara, pudiera afectar estos procesos. 

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Podría ser que se den repercusiones en estudiantes con alguna condición especial, la edad del alumno y estilo de aprendizaje también es una condicionante, pero también puede ocurrir que el tema pase desapercibido para muchos otros, es decir, resulta meramente factorial. 

Pero por otra parte, el mensaje de seguridad y protección que da a maestros y alumnos el uso del cubrebocas, es un apoyo para estar dispuestos al conocimiento, y por lo menos en nuestro país, todo parece indicar que la usanza del nasobuco, al menos en condiciones áulicas, va para largo. 

De verdad que yo si extraño vernos a la cara sin cubrebocas, ver las sonrisas, percibir humores y hasta identificar preocupaciones del alumnado nos permite realizar a tiempo procesos de intervención, la recomendación es estar dispuesto a esta nueva práctica, propiciar descansos controlados de la máscara, y como docentes, apoyar la gestión de emociones en los alumnos, puede funcionar.  

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